-¡Amy!-Grito, pero como era de esperar, mi voz ha ido desapareciendo y mi amiga no ha sido capaz de escucharme.
Cada vez que ocurre esto, una rabia me recorre el cuerpo y me siento inútil. Pero ahora eso es lo de menos, tengo que saber si Amy esta bien. Me dirijo a ella, preocupada, la veo aturdida, asustada... pero al fin y al cabo, bien. Mi amiga está con un chico. ¿Quién cojones es y por qué le ha invitado a ir a casa de un amigo sin casi conocerla? Vale que la haya salvado, pero eso no le da ningún derecho a tener la cara tan dura de invitarla sin apenas conocerla. Dios, la estrangulo, ella y su mala manía de confiar demasiado rápido en desconocidos. Pero ya que no puedo hacer nada, la sigo.
Llegamos a la puerta del amigo de... ¿Cómo se llamaba? ¿Álex? Sí, eso Álex. Cuando abre la puerta, entro, la verdad es que mola esto de no tener que pedir permiso para entrar a los sitios. Examino un poco la casa, este tío es un cerdo. Sigo cacheando la casa cuando un tablero con letras y números llama mi atención... Sin duda alguna es la Ouija.
Es una casualidad muy grande que justo hoy vayan a hacer la Ouija, y que una de las personas que la va a hacer sea Amy, a la que le debo contar y advertir de numerosos problemas y peligros que la acechan. Y sí, es mucha casualidad, pero es una casualidad que no voy a desperdiciar. Es el momento de decirle a Amy que está sola ante algo muy gordo.
Pedro
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